Mtros. Pablo Muñoz
Magíster en Política y Gestión Educacional. Psicólogo Educacional. Docente de Educación Superior. Relator WISC-V de nivel avanzado. Coordinador Programa de Integración Escolar.
Experimentar un trastorno mental o enfrentar problemas de salud mental durante la infancia puede generar consecuencias significativas en la adolescencia y la vida adulta. Por esta razón, resulta imperativo, como sociedad, comprender de manera profunda y consciente cómo proteger la salud emocional de los niños desde las primeras etapas de su desarrollo.
¡Conoce todas las aristas en este artículo de Adipa, junto al docente experto Mg. Ps. Pablo Muñoz!
La salud mental infantil se presenta como un asunto crucial en nuestra sociedad actual. Aunque en algunos casos los niños no alcancen el umbral de un trastorno diagnóstico, los síntomas y situaciones que afectan su salud mental perturban su vida, bienestar y perspectivas futuras.
En los últimos años, ha habido un esfuerzo sostenido para concienciar globalmente sobre la importancia de la salud mental. Sin embargo, el estigma persiste y con ello, se restringen las oportunidades de crecimiento, aprendizaje y prosperidad para los más jóvenes.
Según el informe presentado desde la UNICEF en el año 2021, luego de la pandemia, los principales factores de riesgo para los niños incluyen la mala alimentación y la disciplina violenta. De hecho, en los países menos desarrollados del mundo, un alarmante 83% de los niños son víctimas de disciplina violenta impuesta por sus cuidadores. Estos datos subrayan la magnitud del desafío que enfrentamos en la preservación del bienestar emocional de la infancia a nivel mundial.
La salud mental en la infancia abarca un estado de bienestar mental completo, influido por diversos factores del entorno, especialmente aquellos vinculados con la familia y la escuela.
Asimismo, factores inherentes al propio niño, como su autoconcepto y su estado de salud física y emocional, también desempeñan un papel crucial en esta ecuación. En este sentido, podemos decir que la salud mental infantil se relaciona estrechamente al concepto de calidad de vida.
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La salud mental infantil enfrenta diversos desafíos que pueden afectar significativamente el bienestar emocional de los niños. A continuación exploramos algunos de los problemas más relevantes.
Este problema surge a menudo a raíz del descuido y la negligencia parental. Cuando los padres pasan gran parte del día trabajando y mantienen niveles escasos de comunicación con sus hijos, se genera una percepción de abandono en el infante. Esta situación, sin duda, repercute en la salud mental del niño/a.
Por otro lado, los niños y niñas se encuentran expuestos altas horas del día a pantallas digitales: celulares, tablets, televisión, entre otros.
Frente a ello, existe evidencia científica suficiente para concluir que esta exposición puede impactar negativamente en la capacidad de los niños/as para regular sus emociones, concentrarse y desarrollarse socialmente.
Finalmente, se observa un aumento en la incidencia de los trastornos del neurodesarrollo como el Trastorno del Espectro Autista o el Déficit Atencional. Este incremento destaca la necesidad de equipos interdisciplinarios mejor preparados para la detección e intervención temprana, asegurando así, un apoyo adecuado para los niños y niñas que enfrentan estos desafíos específicos.
Asimismo, los problemas sensoriales, en particular aquellos relacionados con la alimentación y la tolerancia a texturas, han experimentado un notable aumento.
Abordar estas dificultades se vuelve esencial para garantizar el bienestar general y el desarrollo saludable de los niños.
El impacto de sufrir un trastorno mental en la infancia es múltiple. Eleva los riesgos de presentar problemas de salud mental más graves en la vida adulta.
Por ejemplo, niños con trastornos de conductas es más probable que presenten un trastorno de personalidad antisocial. También, la OMS ha demostrado que las personas que experimentan tempranamente problemas de salud mental e inician un tratamiento de forma tardía o no la realizan, tienden a reducir su esperanza de vida.
Además, existen estudios sobre los niveles socioeconómicos, ya que varios de los problemas de salud mental van a generar un grado de dependencia, lo que afectará las posibilidades de empleabilidad.
La salud mental se puede favorecer desde tres ámbitos esenciales:
En el caso de las escuelas, este es un lugar en que los niños pasan la mayor parte del día, por lo que es un espacio estratégico para que adquieran habilidades interpersonales y experimenten un conjunto de emociones a diario que facilitará su reconocimiento y regulación.
Mientras que por el lado de la familia, es la primera fuente de socialización, es a través de este núcleo en donde se transmiten valores y normas culturales. En esta línea, los padres son las figuras más significativas, es por ello que es importante dedicar tiempo a la crianza, es decir, que los padres prioricen su rol parental por sobre otros.
Finalmente, las políticas públicas consisten en un conjunto de medidas de los poderes ejecutivo y legislativo que van en dirección de favorecer la salud mental infantil. Por ejemplo, la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales o discutir sobre el aumento del postnatal masculino o sobre el aumento de las horas de amamantamiento.
El abordaje de la salud mental infantil requiere un enfoque multidisciplinario y paciente. Las terapias no están diseñadas para generar un efecto inmediato, sino que son un proceso gradual. De acuerdo a esto, el enfoque interdisciplinario implica mayores esfuerzos por parte de los diversos actores, como padres, profesores y equipos de salud mental, quienes deben coordinar y articular sus acciones, lo cual requiere tiempo y preparación.
Dentro de las terapias psicológicas, la Terapia Cognitivo-Conductual es ampliamente utilizada para abordar aspectos vinculados al estado de ánimo, como la depresión infantil, problemas de conducta y ansiedad. Además, la Terapia Sistémica ha demostrado resultados positivos al mejorar la dinámica familiar. En el caso de niños con autismo y otros problemas del neurodesarrollo, se adopta un enfoque más conductual para aumentar su autonomía mediante métodos terapéuticos respaldados científicamente, como DENVER, DNBI, JASPER o ABA (aunque esta última recibe críticas). También es esencial trabajar en las funciones ejecutivas para mejorar el autocontrol y la flexibilidad mental.
En cuanto al uso de medicamentos en niños y niñas, se ha observado un aumento, y algunos estudios de Healthy Children de la Academia Americana de Pediatría indican que los niños con TDAH que toman medicamentos en la infancia tienen mayores probabilidades de desarrollar trastornos por abuso de sustancias o dependencia.
La medicación debería considerarse como último recurso, pero en muchos casos, se está utilizando como la primera opción, agrega el Ps. Pablo Muñoz.
Siempre es importante conocer la historia clínica y personal de cada persona, ya que la elección de un tipo de terapia se respaldará con las necesidades de cada persona o individuo.
Magíster en Política y Gestión Educacional. Psicólogo Educacional. Docente de Educación Superior. Relator WISC-V de nivel avanzado. Coordinador Programa de Integración Escolar.
El curso en vivo ya se realizó, pero aún puedes inscribirte y ver las sesiones grabadas. Esto no afecta tu calificación y/o certificación. Disponible por pocos días.
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Sesiones 100% en vivo, si no puedes asistir, puedes revisar posteriormente la grabación en tu aula virtual.
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