Mtra. Natalia Tapia
Profesora de Educación Diferencial, Magíster en Educación y Postítulo en Trastornos Específicos del Lenguaje.
Los estudiantes que son continuamente acosados o intimidados de manera física o verbal pueden sufrir graves consecuencias a nivel psicológico. Por ejemplo, desarrollar una baja autoestima o ansiedad.
La violencia escolar es un fenómeno que lamentablemente parece ser una constante dentro del ámbito educacional. Actualmente, luego de la pandemia, los casos a nivel mundial registraron un aumento considerable. Así lo evidencia el último informe de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, que señala que 6 de cada 10 niños o niñas sufren algún tipo de acoso.
Una de las principales consecuencias de este tipo de maltrato, es el impacto psicológico y emocional que sufren todas las personas involucradas. Contrario a lo que se podría creer, las víctimas no son las únicas que experimentan los efectos de la violencia escolar. Los testigos e incluso aquel que realiza el acoso se ven afectados a causa de este.
En este contexto, además, es importante considerar que no solo existe el acoso entre alumnos, sino que el maltrato puede venir desde otros miembros de las comunidades escolares. Por lo que es necesario diferenciar el bullying y la violencia escolar, términos que erróneamente son vistos como sinónimos.
El bullying se refiere al acoso que realiza uno o más estudiantes a otro compañero o compañera. Se puede tratar de una agresión física, verbal o emocional, que se lleva a cabo dentro de la sala de clases o en los inmediaciones del establecimiento. Asimismo, en los últimos años, con la llegada de las redes sociales, se ha añadido otra forma de hostigamiento conocido como “Cyberbully”.
Por otra parte, la violencia escolar engloba todos estos hechos de agresión, pero también considera el maltrato ejercido por otros miembros de la comunidad como profesores, inspectores, o directores, hacia los alumnos. De la misma manera, incluye la violencia de los niños y jóvenes hacia estas figuras de autoridad u otras personas que trabajan en los colegios.
Si bien, el bullying ha ido evolucionando a través del tiempo, también lo han hecho los protocolos de abordaje de estos episodios dentro del sistema educativo. Sin embargo, para la educadora diferencial, Natalia Tapia, aún queda mucho camino por recorrer en esta materia. Principalmente ante la necesidad de prevención de estas dinámicas y del abordaje adecuado de sus consecuencias.
Respecto a este punto, Tapia asegura que la violencia escolar impacta de manera transversal a toda la comunidad educativa.
“Afecta a nivel de gestión porque es muy complejo llevar un proceso de aprendizaje adecuado con un clima en el que prima la violencia. Donde prima ciertos tratos inadecuados y donde no hay una convivencia positiva. Es muy complejo para un profesor impartir un contenido…cuando las emociones que prevalecen son el temor, la ansiedad y la angustia”.
Tal como mencionamos anteriormente, los efectos a nivel emocional y psicológico de este tipo de conductas, no solo generan un impacto en la víctima, sino también en el agresor y en todos aquellos que son testigos de este hecho.
En el caso de las víctimas, el daño emocional que puede darse depende de si la persona tiene las herramientas emocionales para enfrentarlo. Por ejemplo, si en su casa cuenta con un contexto seguro que le permita contar lo que está sucediendo y pueda ser acogido por su familia.
En este sentido, Tapia recalca la importancia de la etapa en que se encuentran los niños y jóvenes cuando viven este tipo de experiencias. Esto debido a que durante la etapa escolar están formando su propia percepción, su autoconcepto personal, su valía y su autoestima.
“Un niño que es constantemente agredido va a tener una autoimagen muy afectada y una muy baja autoestima, porque está constantemente recibiendo una agresión de otro”.
Por lo que, en estos casos, es habitual que ocurran ciertos cambios en la conducta y el desarrollo de ciertas problemáticas asociadas a la salud mental.
Impacto en las víctimas:
En cuanto a la persona que realiza el hostigamiento o el maltrato, la docente señala que una persona que elige como formato de vinculación la violencia, no es una persona que tenga un mundo emocional bien desarrollado.
“Son personas o que han tenido alguna dificultad específica en el desarrollo de su vida o vienen de núcleos familiares desorganizados…[Por lo que] no ha desarrollado herramientas asociadas a la empatía que le permita relacionarse con otro”.
Impacto en el niño, niña o adolescente que realiza el abuso
Por último, la salud mental de aquellos estudiantes que guardan silencio cuando presencian episodios de acoso también se ve afectada.
Impacto en los testigos del maltrato
En Adipa, a partir del 12 de agosto, se realizará el curso “Violencia escolar: un abordaje desde la educación emocional”, impartido en conjunto por la psicóloga clínica, Jennyfer Araya, y la educadora diferencial, Natalia Tapia.
En este programa de estudio se abordará la violencia escolar en todas sus dimensiones, considerando sus causas y consecuencias. Además, se profundizará en la educación emocional como agente preventivo. Recordamos que este plan de estudio está destinado a todos los profesionales y estudiantes del área de la educación y de la salud que estén interesados en esta temática.
En Adipa seguiremos trabajando para mejorar la salud mental del mundo a través de la educación y la tecnología.
Ver entrevista completa aquí.
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