Camila Céspedes
Periodismo y Comunicaciones
El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es una condición de la salud mental con tres características principales: Las personas que padecen de este trastorno experimentan pensamientos involuntarios, irracionales, y repetitivos, llamados obsesiones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), incluye este trastorno entre las primeras 20 enfermedades discapacitantes, con una prevalencia del 0,8% en adultos y del 0,25% en niños/as y adolescentes.
Actualmente, en Estados Unidos se estima que hay (al menos) 1 en 200 – o 500,00- niños y adolescentes con Trastorno Obsesivo Compulsivo de la personalidad (TOC), por lo cual es altamente probable que entre 4 a 5 jóvenes (con TOC), estén inmersos dentro de un sistema educacional tradicional.
Lo anterior, nos llevaría a pensar que dentro de cada institución puede ser posible que 20 escolares estén luchando contra los desafíos del TOC.
Usualmente, esta temática es abordada desde la adultez, sin embargo, se ha vuelto necesario abordarla desde una perspectiva adolescente, para poder apoyar a los jóvenes con TOC.
Para esto, conversamos con Marie Christine von Holt, psicóloga clínica infantojuvenil, quien pertenece al cuerpo docente del Diplomado Clínico en Trastorno Obsesivo Compulsivo: Evaluación y tratamiento multidisciplinario integral a través del ciclo vital.
Según señala la especialista la vida del adolescente con TOC que no ha recibido tratamiento, puede verse interferida en diferentes áreas, tanto a nivel social, emocional, cognitivo y/o a nivel familiar.
Un adolescente con TOC puede experimentar niveles de ansiedad y estrés intensos, lo cual puede afectar en sus actividades del día a día, interfiriendo en el rendimiento académico, en su capacidad de concentración, en la integración con sus pares y con otras personas, en el sueño, el apetito, entre otros.
Estos factores anteriormente descritos, pueden llevar a aumentar el riesgo de desarrollar un trastorno del ánimo depresivo.
De acuerdo a lo descrito por la especialista, “el adolescente que no ha sido diagnosticado en general presenta una autoestima disminuida, ya que piensa que esta “loco”, que es una persona rara o extraña, hay un sentimiento de inadecuación como de vergüenza y culpa por lo que está pensando/sintiendo”.
De acuerdo a la International OCDC Foundation, existen ciertos aspectos que los adolescentes con TOC suelen presentar, en los que distintos ámbitos de sus vidas se ven afectados:
Todos los factores descritos con anterioridad, ayudan a los profesionales de la salud mental para poder guiar en el diagnóstico. Sin embargo, es relevante que se realice la diferenciación entre rituales, hábitos y compulsiones.
En primer lugar, no todos los rituales o hábitos son compulsiones. Hay momentos en que todas las personas vuelven a comprobar las cosas. En general, las personas con este trastorno:
Marie Christine von Holt, explica que, “las compulsiones son actos o pensamientos que el paciente lleva a cabo para evitar o aliviar el malestar que le produce la obsesión”. Además, añade que para diagnosticar TOC se pueden utilizar diferentes escalas de evaluación y la más usualmente utilizada es la escala de YALE-BROWN.
En relación a lo mencionado por la experta, entre las estrategias más efectivas para el tratamiento del TOC, son las técnicas cognitivo conductuales, específicamente la exposición y prevención de respuesta.
Según detalla, “estas técnicas consisten en primer lugar en psicoeducar tanto al adolescente como a su familia sobre el TOC”.
Esto permite remolarizar al paciente, es decir, promueve en los jóvenes darse cuenta que no es su culpa, que no es voluntario y que sí tiene solución, se alivia y recupera la esperanza.
Posterior a esto, se le suele enseñar al paciente y a la familia técnicas específicas, las cuales consisten en evitar realizar compulsiones/actos neutralizadores cuando aparece el pensamiento obsesivo y así aprender a habituarse a la ansiedad/malestar que provoca la obsesión.
“Yo recomiendo que en el momento en que la sintomatología disminuya, ayudemos al adolescente a conectar, identificar y expresar sus emociones. Muchas personas que sufren de TOC muestran dificultades para expresar y tolerar sus emociones más vulnerables, especialmente la rabia, por lo que es esencial ayudar al paciente a comunicar sus deseos y necesidades”.
Para esto, Marie Christine von Holt destaca que cada persona es diferente, por lo que dependiendo de las necesidades y características de cada consultante, las intervenciones y la terapia se va co-construyendo para que sea “a la medida” del paciente”.
Para un tratamiento efectivo es necesario trabajar en conjunto con el establecimiento escolar. El rol del colegio va a depender de cada paciente, familia, y por supuesto, de cada colegio. Lo recomendable es informar al colegio que el menor se encuentra en un proceso psicoterapéutico y desde ahí invitarlos a ser parte del proceso, ya sea ayudando al alumno con técnicas específicas a enfrentar el TOC, apoyando a la familia si fuese necesario, entre otros.
Psicóloga clínica Infanto-Juvenil. Certificada en EFFT (Emotion Focused Family Therapy).
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