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El stress en tiempos de cambio

En la actualidad el stress forma parte de la vida diaria de las personas, manifestándose a través de diversos síntomas psicológicos y físicos. Sin embargo, nos preguntamos, ¿por qué ocurre? ¿por qué hoy se ha naturalizado? ¡Lee y reflexiona con esta columna de opinión, elaborada por el docente de Adipa Mg. Ps. Andrés Moyano!

El stress en tiempos de cambio

En tiempos donde los cambios son vertiginosos, donde la inestabilidad y la incertidumbre son pan de cada día, donde los eventos sociales, económicos, culturales y políticos a nivel nacional, regional y mundial tienden a cambiar con relativa normalidad, las personas buscamos ajustarnos a esa realidad que supone numerosos desafíos. Este ajuste se traduce en cómo la persona se adapta o decide adaptarse a su propia realidad de acuerdo con sus propios recursos, capacidades, conocimientos y competencias. De igual forma, su historia de vida y crianza determinará la forma en que responderá favorable o desfavorablemente a su entorno.

En este sentido, llegó la pandemia del COVID-19 y tanto el encierro, como el miedo al contagio, la ansiedad ante el futuro, la enorme dificultad de reunirnos con nuestros seres queridos y los cambios que supuso las condiciones laborales (teletrabajo, ajustes a la jornada laboral y en muchos casos jornadas extensas) y la complejidad de conciliar trabajo, familia y vida personal llevó a cuadros de stress, ansiedad y depresión enormes.

Un estudio realizado por la Universidad Católica y la ACHS llamado Termómetro de la Salud Mental realizado entre el 2020 y 2023 (1) comenta en su último resultado que los elementos que más estresan es ser víctima de la delincuencia, seguido por las proyecciones económicas, los cambios sociopolíticos del país, la pérdida del empleo y en último lugar el contagio. Junto con lo anterior, en el último año solo 12,8% de la población ha consultado un profesional de salud mental, presentándose diferencias significativas entre las mujeres (19,8%) y los hombres (5,4%). Para poder entender estos datos es necesario poder definir en primera instancia el stress.

¿Qué es el stress?

El stress se entiende como “una tensión orgánica o mental producida por estímulos físicos, químicos o emocionales. La potencia y duración de esta tensión es variable y quizá dependa del tipo de estresante presente” (2), “implica la interacción del organismo con el medio ambiente, el cual puede consistir en propiedades físicas (como el calor, ruido, contaminación) y en relaciones con personas, equipos, organizaciones y sociedades (3).

De igual forma, puede funcionar por efecto acumulativo como resultado de la adaptación al cambio que exige un esfuerzo físico, psicológico y emocional. Tanto los eventos positivos (matrimonio, nacimiento de un hijo, ingreso a un trabajo) como negativos (muerte de un familiar, separación de pareja, despido de un trabajo) pueden gatillar stress. Sin embargo, lo más relevante es la percepción e interpretación de la persona sobre estos eventos o situaciones, lo que trae por consecuencia la eventual incapacidad del sujeto para afrontarlas.

Las emociones juegan un papel clave, por cuantos éstas funcionan como gatillante para que esta percepción e interpretación sea negativa.

Desempleo y estrés

Por ejemplo, si un padre de familia es despedido de su trabajo puede sentir miedo, incertidumbre, frustración, rabia, entre otras emociones. Ese padre pensará, en su rol de proveedor, que sin trabajo será complejo poder cubrir las necesidades de su familia. Si a eso se suma la inflación, mayores tasas de desocupación y la percepción de ese padre que a sus 53 años le resultará muy complejo volverse a emplear con el mismo sueldo que tenía anteriormente, entrará en un stress importante. Si a eso agregamos que ese padre no cuenta con suficientes herramientas para afrontar el stress y no encuentra soluciones para su situación, se puede volver todo muy complejo.

En ese sentido, lo que hace ese padre (siguiendo la Teoría de Lazarus) es una evaluación (consciente o inconsciente) de su situación y como se ve a sí mismo en ese nuevo contexto o nueva realidad. Esto lo hace considerando los recursos (capacidades, habilidades, conocimientos, herramientas, competencias) que posee o carece.

En lo concreto, ese padre probablemente elaborará algún tipo de plan para reinsertarse laboralmente acudiendo a sus redes de contacto, actualizando su currículum vitae, disfrutando más tiempo con su familia y tal vez haciendo algún tipo de actividad deportiva. Pero al mismo tiempo, tendrá pensamientos negativos recurrentes durante el día que traerá por consecuencia respuestas a nivel físico y fisiológico (dolores de cabeza, problemas estomacales, aumento de la presión sanguínea), al sistema inmune (baja de defensas), a nivel cognitivo (pensamientos sobre desempleo), a nivel emocional (desesperación, rabia, miedo) y a nivel conductual (acciones tendientes que buscan soluciones, las cuales pueden ser efectivas o no).

La forma en que evalúe su situación determinará entonces el tipo de respuesta que posea, el cual puede ser amenaza (el miedo al despido, uno de los elementos que más estresa mencionado anteriormente), daño o pérdida (el despido ya consumado, como en este caso), el desafío (lo que permitirá afrontar de mejor manera esta situación, lo que requiere diversos recursos por parte de ese padre como el optimismo, poseer estabilidad emocional y un plan realista para reinsertarse buscando distintas opciones laborales) o un beneficio (lo que considera ver esta situación solamente desde lo positivo).

Lo que este padre, para esta situación necesitaría es comprender su stress, diseñar el plan mencionado y reconocer sus propias habilidades y herramientas para afrontar esta y otras situaciones de cambio, las que hoy en día están presentes de forma permanente.

No son los eventos como tales lo que estresa, es la percepción e interpretación de la propia persona. Si esto lo logramos comprender, las personas no buscarán controlar las situaciones sino cambiar internamente para que la respuesta ante esos eventos sea la más adecuada, en un estado emocional en equilibrio que traerá las mejores respuestas y soluciones.

Referencias

  • Bravo, D. et al. (2023) Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC Séptima Ronda. Centro UC, Encuestas y Estudios Longitudinales.
  • Greenspan, F., (1993). Endocrinología básica y clínica. Editorial El Manual Moderno. 2ª Edición, México.
  • Lazarus, R. S. (1999). Stress and emotion: A new synthesis. New York: Springer

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