Valentina Garrido
Periodismo y Comunicaciones
¿Has escuchado hablar sobre el uso de ansiolíticos para el tratamiento en la salud mental? En este artículo te explicaremos en profundidad qué es un ansiolítico y para qué sirve.
Posterior a la pandemia y el aumento de trastornos del ánimo, son muchas más las personas que padecen ansiedad en el mundo.
La ansiedad es una reacción del sistema nervioso frente a situaciones que percibe como amenazantes, sin embargo, cuando estas situaciones son reiteradas, la ansiedad se vuelve crónica y puede desencadenar un trastorno de ansiedad.
Frente a ello, cifras del Departamento de Economía de la Salud (Desal) de nuestro país, señalaron que los medicamentos destinados a salud mental, como los ansiolíticos, aumentaron sus ventas en un 89% en los últimos dos años.
Los ansiolíticos, también conocido como tranquilizantes menores, son medicamentos prescritos por profesionales de la salud con la finalidad de prevenir convulsiones y aliviar síntomas relacionados con la ansiedad, angustia y alteraciones del estado de ánimo.
Estos fármacos comúnmente se utilizan para reducir o eliminar la ansiedad. Dependiendo de su tipo y modo de administración, puede ser indicados para episodios SOS aislados, para ataques de ansiedad, o inclusive para tratar síntomas de trastornos de ansiedad.
Asimismo, los ansiolíticos también son recomendados para combatir el insomnio. Su modo de acción se centra en el sistema nervioso central, produciendo efectos anticonvulsivos, sedantes y amnésicos.
Los ansiolíticos funcionan principalmente potenciando la función del ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor inhibitorio en el cerebro.
Con la utilización de estos medicamentos, la actividad neuronal se reduce en áreas específicas del Sistema Nervioso Central (SNC), lo que trae como resultado una disminución en la ansiedad y una sensación de calma.
Los ansiolíticos amplifican la señal inhibidora del cerebro, ayudando a equilibrar la sobreexitación neural que puede manifestarse como síntoma de ansiedad.
En cuanto a sus dosis, mientras sea moderada puede actuar como ansiolítico, y en dosis elevadas, puede producir efectos sedantes e hipnóticos.
En palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) una droga es cualquier sustancia sintética o natural que altera de alguna manera el Sistema Nervioso Central. Lo que genera modificaciones en el estado de conciencia, ánimo, pensamiento y funciones motoras.
En este caso, los ansiolíticos ingresan en esta clasificación, ya que como dijimos anteriormente, modifican funciones y áreas del SNC.
Los medicamentos y psicofármacos más reconocidos a nivel mundial son:
Benzodiacepinas | Proporcionan relajación y un efecto sedante.
Por ejemplo los principios activos: lorazepam y alprazolam, bromazepam. |
Antihistamínicos | Algunos tienen efectos sedantes, otros sirven para alergias o insomnios.
Por ejemplo: hidroxizina, doxilamina, difenhidramina. |
Barbitúricos | Actualmente se utilizan solo contra las convulsiones e intervenciones quirúrgicas específicas.
Por ejemplo: Fenobarbital, Amobarbital, Butalbital. |
Buspirona | No provoca sedación, es de acción lenta. |
Clorazepato | Se utiliza para casos leves o puntuales de ansiedad. |
Es importante señalar que cada uno de estos fármacos posee medicamentos genéricos, los cuales tienen la misma eficacia y seguridad que sus contrapartes de marca pero suelen ser más económicos. No obstante, su prescripción debe ser realizada exclusivamente por un profesional de la salud tras una minuciosa evaluación del caso específico del paciente en cuestión.
📚Si te interesa profundizar en la farmacodinámica de este tipo de medicamentos, te invitamos a leer nuestra noticia sobre la psicofarmacología en la salud mental de adultos.
Idealmente estos medicamentos deberían utilizarse cuando la intensidad de los síntomas lo justifiquen, entendiendo de que existen otras terapias que se deben instaurar previa o en conjunto a la prescripción de estos fármacos, como lo son la psicoeducación y la psicoterapia.
El consumo constante de ansiolíticos puede dar lugar a dependencia, trastornos por consumo de sustancias, síndrome de abstinencia y efectos residuales que pueden persistir tras interrumpir su uso. Es por ello que, por ejemplo, las Benzodiacepinas se sugiere utilizarlas en las menores dosis efectivas y por el menor tiempo posible (semanas), mientras que en el caso de los antidepresivos o terapias naturales se aceptan periodos más largos de tratamiento (meses).
En general estos fármacos son relativamente seguros. Existen consideraciones sobre todo en relación con edades extremas y a las patologías u otros fármacos que puedan presentar los pacientes para elegir la mejor alternativa. Siempre la evaluación debe ser caso a caso.
En este sentido, quienes comúnmente se les receta estos estos psicofármacos son:
Sin embargo, no todos los individuos son candidatos para consumir ansiolíticos debido a sus potenciales efectos adversos que podrían comprometer su salud, su tolerancia, o interactuar con otros medicamentos o condiciones preexistentes que posean.
Tanto los ansiolíticos Benzodiacepinicos como el alcohol ejercen un efecto similar en el receptor de los neurotransmisores inhibitorios del Sistema Nervioso Central. Es por ello que no debiesen usarse este tipo de medicamentos en conjunto al uso de alcohol, puesto que se exageraran los efectos depresores, que pueden causar desde sedación excesiva a paro cardiorrespiratorio, con el riesgo de mortalidad que esto conlleva.
Por otro lado, hay personas que utilizan ansiolíticos para casos de insomnio y ansiedad que podrían vivenciar el efecto “rebote”. Esto quiere decir, que cuando se consume uno de los medicamentos y luego alcohol, la persona podría llegar a sentir los síntomas originales aún más fuertes, lo que puede generar un deterioro en el bienestar mental.
Los ansiolíticos y antidepresivos son diferentes medicamentos que se utilizan en el área de la salud mental. Mientras que los ansiolíticos tratan la ansiedad, los antidepresivos, como dice el nombre, están diseñados para el tratamiento de la depresión y/o trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, en algunos casos, los antidepresivos también se utilizan para casos de trastornos de ansiedad.
De acuerdo a lo que ocurre biológicamente, los ansiolíticos, como los antihistamínicos y benzodiazepinas, trabajan principalmente sobre un neurotransmisor llamado GABA, el cual tiene un efecto inhibidor en la actividad cerebral, proporcionando una sensación de tranquilidad. Por su parte, los antidepresivos se enfocan en influenciar otros neurotransmisores, como la serotonina, para elevar y regular el estado de ánimo.
Así, mientras los ansiolíticos buscan calmar y reducir la ansiedad del paciente, los antidepresivos se dirigen a mejorar y estabilizar el ánimo.
En general para la compra de todos los fármacos benzodiacepinicos y sus derivados exigen una receta retenida. Para la compra de otros fármacos con efectos ansiolíticos como los antidepresivos o relacionados, como la buspirona, o bien tranquilizantes más suaves utilizados para los síntomas ansiosos leves como los compuestos por moléculas derivadas de plantas medicinales como melissa, passiflora o valeriana no se les exige receta médica.
Existen más tipos de hierbas naturales que ayudan a combatir la ansiedad, no obstante, siempre es importante acudir a un profesional de la salud que recete un tratamiento y ayuda adaptada a las necesidades y complicaciones del paciente.
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