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Enuresis y encopresis infantil: Comprensión de los trastornos de eliminación

Muchos niños y sus familias enfrentan desafíos con la enuresis y la encopresis. La Mg. Ps. Jennyfer Araya nos guía a través de las causas, el impacto emocional y las estrategias para abordar estos trastornos infantiles desde una perspectiva profesional y empática.

Enuresis y encopresis infantil: Comprensión de los trastornos de eliminación

La enuresis y la encopresis son trastornos de eliminación que se manifiestan como la emisión involuntaria de orina o heces, respectivamente, en momentos y contextos no acordes al nivel de desarrollo del niño. Aunque ambos pueden estar asociados a factores médicos, emocionales o conductuales, su aparición frecuente en la infancia suele reflejar un desfase entre el desarrollo físico y emocional del niño, o bien una respuesta a situaciones estresantes del entorno.

Son motivos frecuentes de consulta en psicología infantil. Pueden tener un fuerte impacto emocional tanto en los niños como en sus familias, afectando la autoestima, la vida escolar y las relaciones interpersonales. En este contexto, es fundamental que los profesionales de la salud mental comprendan las características, causas y tratamientos de estos trastornos para abordarlos de manera efectiva.

Para profundizar en este tema, conversamos con la psicóloga infanto-juvenil y docente de ADIPA, Mg. Ps. Jennyfer Araya, quien ofrece una perspectiva integral desde su experiencia clínica y docente.

¿Qué es la enuresis y la encopresis infantil?

La enuresis infantil es un trastorno de eliminación caracterizado por la emisión involuntaria de orina en lugares inapropiados, como la cama o la ropa, en niños mayores de cinco años. Para considerarse clínicamente relevante, debe ocurrir al menos dos veces por semana durante tres meses consecutivos o generar un malestar significativo en el niño. Puede presentarse de noche (enuresis nocturna), de día (diurna) o en ambos momentos (mixta), y no se trata de una conducta voluntaria, sino de una dificultad en el desarrollo del control vesical. Muchos niños no logran identificar a tiempo la necesidad de orinar o presentan un sueño tan profundo que no se despiertan ante el estímulo, lo que suele generar vergüenza y frustración.

Por su parte, la encopresis infantil se refiere a la evacuación repetida de heces en lugares inapropiados, como la ropa interior o el piso, en niños mayores de cuatro años, sin que exista una causa médica que lo explique. Esta conducta debe repetirse al menos una vez al mes durante tres meses y puede ser voluntaria o involuntaria. En muchos casos, el niño no logra identificar o responder adecuadamente a las señales fisiológicas de necesidad de defecar.

Ambos trastornos pueden afectar significativamente la vida cotidiana del niño, su autoestima, su integración social y la dinámica familiar, por lo que es fundamental abordarlos desde una perspectiva comprensiva, sin juicios ni castigos, promoviendo un acompañamiento respetuoso que considere tanto los aspectos físicos como emocionales.

¿Qué tipos de enuresis y encopresis existen?

Tanto la enuresis como la encopresis presentan distintas formas de manifestación clínica, que permiten a los profesionales realizar un diagnóstico más preciso y planificar estrategias de intervención acordes a las necesidades de cada caso.

Tipos de enuresis

  • Enuresis primaria: el niño nunca ha logrado un control completo de la micción. Este tipo suele relacionarse con un desarrollo más lento del sistema nervioso o con antecedentes familiares del mismo trastorno.
  • Enuresis secundaria: el niño había logrado el control, pero ha vuelto a presentar episodios de incontinencia después de al menos seis meses de continencia. Suele asociarse a eventos estresantes o cambios significativos en la vida del niño, como el nacimiento de un hermano o una mudanza.
  • Enuresis nocturna: se presenta durante el sueño. Es la forma más común y puede estar relacionada con dificultades para despertar ante la necesidad de orinar o con la producción excesiva de orina durante la noche.
  • Enuresis diurna: ocurre durante el día y puede estar asociada a problemas de atención, ansiedad o miedo a ir al baño en la escuela.
  • Enuresis monosintomática: no hay otros síntomas urinarios. Es decir, la única manifestación es la micción involuntaria en momentos inapropiados.
  • Enuresis polisintomática: se acompaña de otros síntomas como urgencia urinaria, aumento en la frecuencia de micción o escapes menores durante el día.

Tipos de encopresis

  • Encopresis primaria: el niño nunca ha adquirido el control de esfínteres. Suele asociarse a un aprendizaje tardío o inconsistente del hábito de ir al baño, muchas veces reforzado por prácticas parentales inadecuadas o escasa supervisión.
  • Encopresis secundaria: el niño había logrado el control intestinal y, por diversos motivos, vuelve a presentar incontinencia. Es común que se relacione con eventos emocionales importantes o con experiencias negativas previas en el proceso de defecación.
  • Encopresis retentiva: asociada a estreñimiento crónico. El niño retiene las heces, lo que genera acumulación y, eventualmente, evacuación por rebalse. Es el tipo más frecuente y suele generar dolor o incomodidad al defecar, reforzando el ciclo de evitación.
  • Encopresis no retentiva: no está relacionada con estreñimiento. La evacuación ocurre sin un patrón claro de retención, y puede deberse a factores emocionales o comportamentales, incluyendo conductas oposicionistas o desregulación emocional.

Causas de la enuresis y encopresis infantil

Las investigaciones señalan que tanto la enuresis como la encopresis tienen una etiología multifactorial, donde convergen factores biológicos, psicológicos y sociales. Comprender esta complejidad es clave para un abordaje empático y eficaz.

Causas de la enuresis

  • Factores genéticos: hasta un 77% de los casos tienen antecedentes familiares con el mismo diagnóstico.
  • Maduración neurológica lenta: algunos niños presentan un desarrollo más tardío en el control de la vejiga.
  • Alteraciones hormonales: como una baja producción nocturna de vasopresina, hormona que regula la cantidad de orina durante la noche.
  • Capacidad vesical reducida: dificultad para retener grandes volúmenes de orina.
  • Factores emocionales: ansiedad, inseguridad, estrés o cambios importantes en el entorno del niño.
  • Dificultades en el aprendizaje del control de esfínteres: especialmente cuando el proceso fue apresurado, inconsistente o vivido con tensión.

Causas de la encopresis

  • Aprendizaje inadecuado del control intestinal: muchas veces relacionado con un entrenamiento demasiado temprano o rígido.
  • Miedo a defecar: comúnmente tras una experiencia dolorosa que lleva al niño a evitar la evacuación.
  • Estreñimiento prolongado: genera acumulación de heces y pérdida del reflejo normal de evacuación.
  • Factores emocionales y relacionales: ansiedad, angustia, cambios bruscos en el entorno familiar o dinámicas conflictivas.
  • Educación familiar ambivalente o excesivamente estricta: puede generar presión o temor en el niño respecto a sus funciones corporales.

La importancia del contexto

El abordaje de los trastornos de eliminación no puede centrarse exclusivamente en el síntoma. Tal como subraya la experta, Mg. Ps. Jennyfer Araya:

“A veces, situaciones como el nacimiento de un hermano, la separación de los padres o la violencia intrafamiliar pueden ser desencadenantes o agravantes.”

Por ello, es fundamental considerar el contexto de vida del niño: su historia emocional, familiar, social y escolar. Entender cómo influyen estos factores permite al profesional identificar elementos que sostienen o agravan el cuadro, y diseñar estrategias de acompañamiento más eficaces, sensibles y ajustadas a la realidad de cada caso. Esta mirada integral es clave para evitar intervenciones simplistas o punitivas, y promover un proceso terapéutico respetuoso y centrado en el bienestar del niño y su entorno.

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¿Cómo abordar la enuresis y encopresis terapéuticamente?

Para Mg. Ps. Jennyfer Araya, es clave una intervención integral que considere al niño y su entorno:

“Como psicólogos, debemos trabajar tanto con el niño como con su familia. Es fundamental dar herramientas a los cuidadores para generar un ambiente de seguridad y confianza.”

El tratamiento debe contemplar un enfoque interdisciplinario, que combine elementos psicoeducativos, emocionales, conductuales y, en algunos casos, médicos. El acompañamiento debe adaptarse a la edad del niño, su nivel de desarrollo, las características del entorno familiar y la presencia de posibles factores estresores o comórbidos. A continuación, se detallan formas específicas de tratar estos trastornos:

Abordaje de la enuresis

  • Terapia motivacional para fortalecer la autoestima y reducir la ansiedad asociada a los episodios.
  • Uso de alarmas nocturnas (como el Pipí-Stop), que ayudan al niño a identificar el momento de la micción y desarrollar gradualmente el control nocturno.
  • Entrenamiento en cama seca y refuerzo positivo, promoviendo hábitos saludables sin recurrir a castigos.
  • Ejercicios de distensión vesical, que entrenan al niño en aumentar su capacidad para retener la orina.
  • Tratamiento farmacológico, cuando esté indicado, con antidiuréticos como la desmopresina, aunque su uso suele ser complementario y transitorio.

Abordaje de la encopresis

  • Evaluación emocional para identificar posibles conflictos subyacentes como miedo, vergüenza o inseguridad.
  • Entrenamiento en hábitos de defecación, incluyendo rutinas fijas para sentarse en el baño y aprendizaje del reconocimiento de señales corporales.
  • Refuerzo positivo, a través de sistemas como la economía de fichas, que premian los logros sin imponer presión.
  • Coordinación con pediatría, para tratar el estreñimiento si está presente, mediante dieta rica en fibra, adecuada hidratación y uso temporal de laxantes o enemas cuando sea necesario.
  • Apoyo psicoeducativo a la familia, enfocado en reducir prácticas coercitivas, fomentar la empatía y reforzar la contención emocional.

Finalmente, la especialista hace un llamado a los profesionales a no minimizar estos trastornos:

“Es crucial realizar un diagnóstico diferencial adecuado, ya que podrían estar presentes otras condiciones que requieren un abordaje específico.”

Evaluar posibles cuadros asociados, como ansiedad, TDAH o situaciones de trauma, es fundamental para una intervención eficaz y ajustada a las necesidades reales del niño.

Referencias

American Psychiatric Association. (2022). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed., text rev.; DSM-5-TR). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.

Chiozza, M. L., Bernardinelli, L., Caione, P., Del Gado, R., Ferrara, P., Giorgi, P. L., & Nappo, S. G. (1998). An Italian epidemiological multicentre study of nocturnal enuresis. British Journal of Urology, 81(S3), 86–89. https://doi.org/10.1046/j.1464-410x.1998.00028.x

Joinson, C., Heron, J., Emond, A., & Butler, R. (2007). Psychological problems in children with bedwetting and combined (day and night) wetting: A UK population-based study. Journal of Pediatric Psychology, 32(5), 605–616. https://doi.org/10.1093/jpepsy/jsl041

Mtra. Jennyfer Araya

Mtra. Jennyfer Araya

Magíster en Psicología Infanto-Juvenil en Contexto Escolar. Docente Universitaria y Coordinadora de Centros de Atención Psicológicos y Supervisora de Casos Clínicos.

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