Ps. Marcela Garcés
Psicóloga, Universidad de Chile.
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En el Día Internacional de los Derechos Humanos, Marcela Garcés, psicóloga y embajadora de Adipa analiza por qué la psicología debe posicionarse ante la violencia y las vulneraciones con responsabilidad ética.

La psicología no debe ser neutral ante la transgresión de los derechos humanos (DD.HH). Mantener una posición indiferente como profesional frente a situaciones de abuso, discriminación o violencia no solo resulta éticamente inapropiado, sino que también expone a las víctimas a un contexto revictimizante.
Esta falta de posicionamiento contribuye a reproducir dinámicas de daño y vulneración, especialmente cuando proviene de un profesional de la salud mental, cuyo rol debería resguardar la dignidad y el bienestar de quienes acompaña.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue promulgada por la ONU en 1948 en respuesta a las graves vulneraciones ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial. Por ello, se estableció un marco que afirmara que toda persona posee dignidad inherente. El documento se consolidó como un instrumento ético y político que fija estándares mínimos de trato para prevenir formas de violencia y abuso, Naciones Unidas (s. f.).
En términos generales, los profesionales tienen una responsabilidad con respecto a los DD.HH, pero esto es aún más importante para quienes trabajamos en salud mental. Debemos tener una mirada integral que considere las opresiones y vulneraciones de nuestros pacientes.
No se deben ver como casos aislados, sino como sujetos insertos en contextos sociales concretos. Reconocer estas condiciones orienta la intervención clínica y permite acompañar respetuosa y sensiblemente.
En las últimas décadas, se observa una tendencia global a traducir problemas sociales en diagnósticos clínicos (Onocko-Campos, R., Davidson, L. & Desviat, M., 2021). Este enfoque desplaza la responsabilidad hacia las víctimas, haciéndoles creer que su malestar es exclusivamente personal, ignorando factores estructurales que condicionan su bienestar emocional. Esta patologización despolitiza el sufrimiento y limita la comprensión de las
violencias que lo originan.
Minimizar, relativizar o interpretar como exageración las experiencias de violencia incrementa significativamente el riesgo emocional de la víctima, pudiendo agravar la sintomatología o favorecer conductas autolesivas o suicidas. Como terapeutas, a menudo somos la primera línea de contención ante la revelación de abusos y, por lo mismo, nuestro rol es clave para orientar procesos de reparación y generar intervenciones seguras (Mantilla, 2015).
Como psicóloga clínica, considero fundamental ejercer nuestro rol con seriedad y sensibilidad. La empatía constituye la base de una relación terapéutica adecuada y se expresa tanto en el apoyo emocional a la persona atendida como en la capacidad de orientar y derivar oportunamente hacia equipos interdisciplinarios cuando corresponda. Asimismo, es esencial validar la autonomía de la víctima y reconocer que cualquier decisión que adopte —incluya o no la denuncia— es legítima y debe ser respetada.Día internacional de los derechos humanos 2025
Una colega a la que admiro profundamente lo expresa con claridad en su libro Juntas: “Duele ver la indiferencia ante las injusticias. Duele escuchar y ser víctima de discursos de odio, que atentan contra las libertades y derechos de las personas” (Oteíza Ramírez, 2024, p. 87). Sus palabras resuenan con la urgencia ética que enfrentamos como profesionales.
Como creadora de contenido en salud mental, reconozco la responsabilidad que implica disponer de un espacio y una voz para promover el respeto a los derechos humanos. Por ello, invito a otros profesionales a informarse y a contribuir activamente en la difusión de este enfoque. Es necesario observar de manera crítica las opresiones y, cuando sea posible, utilizar las plataformas para compartir información que fomente una práctica clínica más consciente y comprometida.
En este día de conmemoración de los Derechos Humanos, considero especialmente relevante promover la conciencia, sobre todo en el contexto político que atraviesa nuestro país. Antes que psicólogos, somos seres humanos, y nuestra labor exige sensibilidad, responsabilidad ética y un compromiso activo con la dignidad de las personas.
Con una dosis de conciencia social,
Marcelogiaa.
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